sábado, 20 de octubre de 2012

Flecha de amor

He salido pronto por la mañana, a pasear por la playa, bajo una niebla que me arropaba y me hacía sentir protegida en ella.
Me quité las zapatillas para sentir la arena mojada bajo las plantas de mis pies, mientras las olas besaban suavemente mis piernas, envolviéndolas en su espuma.
Me sentía tan a gusto entre la bruma tan densa y el agua, al poder llorar y descargar mi alma de tanto dolor, sin que nadie me pudiera ver, sólo tú.
Las lágrimas afloraban y acariciaban suavemente mis mejillas, hasta caer al mar y llevárselas hacia sus adentros para morir con él.


Dejé el amor que me dabas por un chico de ojos bondadosos y sonrisa angelical, que me cautivó desde que lo ví sentado en la orilla.
Quise estar con él toda mi vida. Éramos tan felices con tan pocas cosas, que con un simple atardecer en la orilla juntos, nos hacía tan dichosos .
Vimos amaneceres únicos en la playa, en tus tranquilas mareas en que nos mecías y eras testigo silencioso de nuestro amor, para llenarte de ilusión y vida al ver que volvía a reir aunque ya no fuera contigo.
Siempre querías lo mejor para mi, pero tú decisión fue equivocada cuando mi chico me dejó de amar por otra muchacha.
Tú mi mar fuiste testigo de su traición y fue decisión tuya tomar venganza y esperar al momento en que él saliera a pescar, en su barquita indefenso, para que tú lleno de cólera crearas las olas mas grandes jamás vistas antes, convocaras al viento, a las nubes, al firmamento entero para que formara parte de tu ira.
No pararías hasta que lo vieras hundido bajo una ola, para no dejar volver a la superficie su cuerpo, hasta que exhalara el último suspiro de vida y ese momento fue para mi, para despedirse y pedirme perdón por lo que hizo y decirme por última vez te quiero.
Fue tan fuerte su pensamiento y el sentimiento, que llegó como un flash a mi mente y pude vivir a su lado su último adiós lleno de amor que se clavó como una saeta en mi corazón.
Hoy morimos los dos de amor, yo porque sigo enamorada de mi marinero y tú porque ya no serás correspondido por mí.
Tañeran las campanas melancólicas anunciando mi partida, para reunirme con mi amado marinero y tú sabrás entonces que todo acabó, pero tú conservarás como un tesoro, mis últimas lágrimas vertidas en tus aguas, que se convirtieron en perlas.

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