sábado, 2 de marzo de 2013

Aquella noche


Me acuerdo todavía de la noche en que quedamos para celebrar en la intimidad, que nos íbamos a casar, en un restaurant  muy coqueto, donde nos conocimos. Que ilusión y que felicidad me hacía estar allí de nuevo.

El tiempo iba pasando lento y tú no aparecías, lo único que oía era un sin fin de sirenas sonando en el exterior.

Te esperaba y esperaba, pero nada ni una llamada, ningún mensaje, sólo silencio.

Te llamé pero lo tenías apagado o fuera de cobertura, me exasperaba lo que estaba ocurriendo.

Cerraron el restaurant  y yo hecha polvo caminaba pensando que habría pasado. Me acerqué a tu casa y nadie respondió.

 

Por la cabeza se me pasaron mil cosas; por qué me habías hecho esto, ahora que íbamos a casarnos y desapareces sin dejar rastro.

Los días iban pasando y nadie sabía nada de ti, ninguna noticia tuya, te habías evaporado.

Estaba destrozada, nada podía hacerme salir de la tristeza y desesperación.

Afortunadamente apareció un antiguo y buen amigo que poco a poco iba consiguiendo mi recuperación, aunque seguía pensando en ti y echándote de menos. Pero la vida debía continuar.

Un día Fran me invitó a la inauguración de un nuevo restaurant, que era de un amigo suyo y cuando llegamos, cual fue mi sorpresa, al encontrar a la persona que mas amaba junto a otra chica. Quise morir, quise abofetearle, pero no fui capaz de hacer nada, solamente conseguí balbucear a Fran, por favor sácame de aquí y llévame a casa.

Cuando estábamos a la puerta del restaurant esperando un taxi. Salió él y tras de él la chica.

Oh!, que estaban viendo mis ojos, como podía ser eso. Estaba en silla de ruedas y la chica le ayudaba a moverla.

Corrí hacia él y le pregunté ¿que te ha pasado?, ¿qué pasó la noche que quedamos?.

El me agarró las manos y me dijo; esa noche iba embelesado de felicidad por casarnos, que al pasar por un paso de cebra no me percaté de que venía un coche a gran velocidad y me atropelló justo antes de cruzar, para llegar a nuestro encuentro.

Ahora recuerdo ese sin parar de sirenas de esa noche.

¿Por qué no me dijiste nada, por qué preferiste que te odiara a que estuviera a tu lado cuidándote?

Porque no quería que cargaras toda tu vida con un tullido y pudieras rehacer tu vida junto a alguien independiente y te diera todo lo que conmigo tendrías que renunciar.

Estás loco, te sigo queriendo y quiero estar a tu lado siempre, andes o no, quiero darte todo el amor, y no siento lástima por ti, si no orgullo por cómo eres y voy a estar a tu lado siempre, porque me caso con la persona y no con el cuerpo.

Nos abrazamos muy fuerte, mientras caían las lágrimas por nuestras caras, ante tanta emoción acumulada. Nos besamos apasionadamente jurándonos amor eterno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario